Hollywood odiando todo lo que tenga cientocuarentaytantos caracteres





Justo en los tiempos en que esperamos ansiosos qué hay de ese proyecto cinematográfico llamado The Social Network - se cree que sobre facebook, con guión de Aaron Sorkin y dirección de David Fincher - la industria del cine y la televisión empieza a ver las orejas al lobo y se pone de uñas al comprobar que ya no solo se le piratean películas y series para "P2pearlas" sino que sus marcas - el producto final - al ser la suma de varias marcas aún más importantes - los artistas - tienen una tan ajetreada vida "social" propia, que no hay misterios a desvelar a última hora, ni publicity que no hayan exprimido las "sub-marcas" hasta decir "basta".

Sí, a los actores, a los músicos y a todos los personajes del show-business les ha dado ese apretón bloguero, que después se hizo diarrea "facebookera" y ahora es un no salir del baño con eso de twitter. Cualquier cosa, se llame evento o "mira simplemente lo que estoy a punto de hacer" es noticia, en tiempo real, y a escondidas de los medios. Lo que se traduce en que las productoras ya solo pueden controlar apariciones en salas y canales, pero no eso en lo que todos estamos y a todas horas.

¿Cómo reacciona Hollywood a lo que no puede controlar? Pues con la pataleta del impotente...que es ni más ni menos que la clausula contractual prohibicionista y la amenaza velada, aunque habría que ver a productores sin estrellas y con toda la comunidad internauta viendo trailers en youtube, pero no comprando ni entradas ni cable TV.

¿Y cómo reaccionan las estrellas? Pues cada cuál a lo suyo. Las hay millonarias y poderosas que no solo quieren interpretar papeles sino también sus vidas - y publicarlas - y las hay que se "rajan" excusándose en eso de que su vida privada se hace añicos o que ellos no serán "l@s guap@s que matarán a la industria".

Y así se hace el nuevo Hollywood, ese que ha sustituido los tabloides por los twitts@retwitts, ese que ya no tiene vampiresas con tendencia a la sobredosis, sino sobredosis de ídolos que marcan tendencias, a poco que pilles una red wifi.

Labios de fresa, sabor de amor...culpa de la fruta de la pasión



Los refrescos de cola, como las cervezas, son productos que a la larga tienden a estirarse, transformarse en otras cosas. Y no necesariamente este proceso responde a una lógica de estrategia de producto o al "descubrimiento" de un nuevo trozo de mercado potencial. A veces la motivación es caprichosa - a alguien se le ocurre la brillante idea - o miedosa - con esta marca no se puede ir más allá -. Y cuando las marcas caen presas de la inevitable microsegmentación - que siempre les pasa - saben que deben tener sumo cuidado en entender la demanda, las percepciones, y también a ellas mismas.

Los refrescos de cola y las cervezas hace tiempo que definieron las que iban a ser sus tres categorías sobre las que construir su portfolio; la básica, con la que salieron, con toda la cafeína y todo el alcohol - a cada producto lo suyo - y que rápidamente convirtieron en la seña de identidad de la marca, en el producto tradicional; la light, por adaptación a las costumbres ochenteras, y que se les fue de lleno al público femenino...hasta que los hombres perdieron la vergüenza de pedirla y no parecer "flojos"; y la "sin cafeína" o "sin alcohol" que en el caso de las colas fue el resultado de arrastrar al público más infantil y en el de las cervezas, un intento de "refrescarización" del producto, mirando de reojo también a conductores a los que la ley les estrechaba el cerco. Y después vino todo lo demás; jugaron a los colores, jugaron a los sabores combinados, "afrutaron" versiones y llevaron a límites insostenibles sus marcas, a veces creando marcas subordinadas - nombre "la marca" apellido "la nueva característica" - a veces lanzando nuevas marcas - eso sí, "esloganizando" en el frasco los atributos y beneficios, casi siempre con porcentajes y números -.

Lo de Carlsberg con su nueva Eve, es el ejemplo más palpable de que la cerveza ya no es lo que era, y que la "targetitis", cuando es esa enfermedad contagiosa que todo lo puede en el nervioso branding, te hace crear nuevas marcas porque "el mercado lo va a demandar" aún a riesgo de que tu identidad no es que se esfume, es que ha saltado en pedazos "irrecomponibles".
Esto, en un intento absurdo de "feminización" con todos los topicazos que parecen rozar el universo de Hello Kitty, es de todo menos cerveza, tal y como la tenemos colocada en nuestras mentes. Y habrá quien la consuma, pero difícilmente creará ni una nueva categoría ni un producto estrella para la marca, por mucha gente guapa y pija que se ponga de acuerdo para beberla, pasearla, y comentarla.

Cuando se supere el tirón inicial del "qué envase tan mono" y el "uy, si sabe a frutas de la pasión", las cañas volverán a ser cañas...y cuando se vuelva a casa, o coca-colas o "sin-sines" y "cero-ceros".

Lujo en la sala de reuniones, y cuando te hacen sacarlo en el embarque...




Desde que el portátil (laptop) existe, siempre ha tenido dos tentaciones; ser cada vez más pequeño (pero con más cosas dentro) y ser cada vez más bonito (que a menudo, ha significado ser más fino). Los primeros mamotretos de Compaq, de Dell, de Toshiba y Packard Bell (que yo tuve uno enorme, con forma de "peineta") han ido evolucionando hacia modelos más "cargables" (por carga) a la par que jugaban a ser progresivamente objetos de lujo, que por supuesto las marcas colocaban en esa categoría premium...que en branding ya sabemos es sinónimo de "paga un poco más por ello, anda".

Apple marcó la tendencia "blanca" e iluminó su "manzanita" para que el apple-user se notara a distancia. Y los demás lo vieron como la típica virguería de esos chicos que no casaron con nadie ni a su OS ni a su Leopard. Allá ellos...hasta que el blanco también le quedaba bien a Vaio y hasta a HP...mientras Apple también se traicionaba a sí misma tintando de negro algunos modelos, seguramente en un intento de falsa masculinización profesional.
Y volvieron a atacar con ese MacAir que llegó en plena guerra "menguante", cuando todos los otros (y algunos recientes) lo de laptop les sonaba a antigualla, y lo de netbook y cloud computing parecía que tiraba.

Cargarse (por eliminar) a los PC´s ha sido la gran batalla tecnológica y de diseño de las grandes marcas que durante años nos pusieron esos tochos de pantallas culonas y cpus rompetobillos en cada mesa y a nuestros pies, con poca piedad ergonómica y espacio-vitalista. Y a fe que lo han conseguido (aún con rezagados corporativos).

Pues en esas estamos, entre la pequeñez que se apiada de las espaldas mayores (a la vez que acelera presbicias galopantes) y el objeto de deseo, que difícilmente por ser más bonito, deja de ser un maldito pero cotidiano gadget. El proceso se repite, y de nuevo tras empequeñecer, se le saca lustre al modelo, todo ello mientras la tecnología reduce al máximo el ciclo de vida y te lanza a la compra que más que compulsiva (por precios) es absolutamente reactiva (porque te vas quedando atrás).
Nos tienen totalmente pillados, y lo sabemos...